Dos añitos

Hoy he recibido la notificación de consolidación de grado al cumplir los dos años como funcionaria de carrera. Al venir a escribir algo al blog, me he dado cuenta de que sigo teniendo una categoría llamada «Opos». Es increíble, pero qué lejos veo ya aquella aventura/suplicio de opositar. El esfuerzo, la incertidumbre (sin duda esos son los dos adjetivos que mejor definen esos meses inolvidables), las ilusiones puestas en un cambio de vida y el enorme miedo al fracaso.

Supongo, y no creo que me equivoque, que todos aquellos que hayan conseguido una plaza pública sin haber pasado antes por el trabajo en la empresa privada tienen una visión o perspectiva muy diferente de su vida laboral. Lamento decir que en ocasiones escucho de forma muy reiterada eso de «es mi derecho» en el trabajo, y también lamentablemente tengo que reconocer que hay algunos compañeros que desconocen totalmente el sentido de la palabra «obligación». Porque usarla la usan, sobre todo para decir «no es mi obligación» hacer tal o cual tarea. A veces pienso que esforzarse en el trabajo, intentar colaborar en equipo, ir más allá de la obligación que pone en el papel, son inercias que tenemos adquiridas los que hemos vivido «en la otra dimensión» (esa en la que te dan un puntapié a la mínima de cambio). Pero no es así, afortunadamente una mayoría de compañeros no son así. Me da una rabia tremenda que se nos mida a todos por el mismo rasero, porque hay muchos funcionarios que trabajan mucho, autodidactas que aprenden para no quedarse atrás, que intentan y consiguen atender al público con profesionalidad, que cumplen con sus compromisos y aportan valor en su entorno laboral.

Y es que una de las cosas más llamativas a las que he tenido (o estoy teniendo) que habituarme es a la mala fama, a las bromitas sobre nuestra legendaria vaguería, y a lo de que «yo te pago el sueldo».

Es cierto que el horario es fabuloso. También los días libres. Y la flexibilidad. Y la traquilidad de saber que no te van a despedir por cualquier motivo por peregrino que parezca.

Pero yo, a todo el que me sale con la gracieta, le recuerdo sonriendo que también tenemos un minúsculo sueldo y unos recursos materiales limitados y obsoletos, y que a cambio esta fauna despreciada es la que acude a una llamada de auxilio con las luces y la sirena, y la que enseña a sus hijos a leer, o la que le opera a vida o muerte. Más modestamente, otros nos dedicamos a facilitar un poco el trabajo a otros funcionarios en un mar de burocracia de la que también somos víctimas.

Yo, desde luego, trabajo. Sin la espada de Damocles amenazando mis movimientos en forma de despido improcedente (que he sufrido hasta en tres ocasiones), pero con las mismas ganas de hacer las cosas bien que en las grandes multinacionales por donde me dejaba ver antes. Disfruto de mis derechos, pero intento cumplir con todas mis obligaciones. Y todo esto, contentísima por poder seguir trabajando y atendiendo a mis cachorros, sin tener que renunciar a una de las dos cosas para poder hacer la otra. Ojalá en este mundo imperfecto todo el mundo pudiera decir lo mismo, pero yo me niego a sentirme culpable por poder hacerlo, ya que también tuve la valentía de apostar por un proyecto muy difícil, luchar por ello hasta conseguirlo, algo a lo que muchos de los que nos critican no estarían dispuestos.

 Así que ¡feliz cumple-funcionario!

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2 respuestas a Dos añitos

  1. GLoRia dijo:

    GENIAL.

    Totalmente de acuerdo contigo, con un año más en este camino, pero igualico.

    Tengo que decir que hay días que me siento fatal, que no le veo futuro a la Adminsitración porque está podrida y que me siento la tonta de turno por currar por dos, pero cuando te das cuenta que tu vida está fuera del trabajo, que lo importante es lo que te espera en casa, te sientes afortunada de poder disfrutarlo lo máximo posible.

    Un besazo compañera.

    • Kome dijo:

      No me atrevería a añadir una coma a lo que has escrito.

      Lo que quiero compartir es que, lamentablemente, me he topado en multitud de ocasiones con un «muro burocrático» que no me ha permitido poder guiar a quien me lo solicita y no he podido evitar sentirme indignada. No sólo por ese motivo, sino porque, tal y como dice Gloria, la administración está podrida y, cuando solicitas ayuda, orientación, apoyo…. son pocos los que se molestan y muchos los que me han llegado a mirar con asombro.

      Menos mal que muchos se van jubilando y van dejando paso a otros que quieren hacer las cosas de otra manera.

      Saludos

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