11 años sin ti, pero contigo

David Martín (San Jorge 94)Hola otra vez David. Ya ves que este blog se ha convertido en nuestro correo particular 🙂

De nuevo es 19 de enero. Este año es un poquito más complicado, ya que vuelve a ser sábado, y ya sabes que los humanos (o al menos esta humana que te escribe) somos dados a revivir y rememorar las alegrías pero también los duelos, así que hoy tengo toda aquella experiencia muy presente.

No te la voy a contar, que ya te la sabes. Pero sí hay otra pequeña cosa que quiero compartir contigo. Y es que yo no soy la única que te recuerda con estos pequeños rituales. Hace un par de semanas, cuando estábamos acabando las fiestas de Navidad, me reencontré con unos amigos nuestros (sobre todo tuyos) a los que no veía desde hace muchísimos años. Al estar los cuatro juntos, en una barra de bar, hablando de las novedades en nuestras vidas, te sentí allí claramente, aunque en ese momento no te nombramos no hacía falta, estábamos todos incluido tú.

Y la dulce Paloma me contó después que guarda desde hace 11 años la última tarjeta de felicitación de Navidad que le enviaste, una postal alegre y colorida. Me dijo que es el único objeto tuyo que tiene, y que cada año la saca y la cuelga el en árbol de Navidad, y que te tiene presente allí con su familia (tiene tres hijos) como uno más.

Amor y amistad más allá del tiempo, del momento y de lo físico.

Yo, ya lo sabes, te añoro y te recuerdo cada día.

Te quiero, hermanito.

…y quiero estar contigo una vez más  
tengo miedo y frío en la bajamar 
ya se hace de noche y tu no estás,
 
y te llamo a gritos en el mar 
y una ola viene en tu lugar 
y sólo la luna llena me ve llorar.

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DIEZ

Silencio. Desde luego ya te vale, tú ni “Entre fantasmas”, ni Anne Germain ni gaitas en vinagre, no te has dignado a decir hola ni moviendo un vaso sobre la mesa. Supongo que estarás muy a gustito donde estás, pero en diez años podrías haber pasado a saludar o algo. Me pregunto que tipo de fantasma serías, si uno de esos gamberros que abren cajones, o de los que aparecen dando sustos en las noches de tormenta. Pero los fantasmas no existen, y si tenía alguna duda a estas alturas ya me ha quedado claro. Aunque, para ser sincera, recuerdo con absoluta claridad un breve sueño que tuve al poco tiempo de marcharte. Yo nunca recuerdo los sueños, así que puede que sí hayas aparecido en ellos alguna otra vez, pero ese lo recuerdo claramente. Mamá y yo en mi habitación (en la de su casa, aunque yo ya no vivía allí). Cada una sentada en una cama, charlando. De repente, suena un móvil. Está sobre la cama, es el tuyo. Y en el visor, tu nombre. Imposible, no puede entrar una llamada de un móvil a ese mismo móvil. Entonces yo descuelgo, algo sorprendida pero no asustada ni alarmada, pero nadie habla al otro lado. Aún así yo pregunto “¿estás ahí?, ¿David?….” Nada. “¿Hola? ¿dime, estás bien?, ¿qué haces?”…. Y entonces sí. Tu voz, y una sola palabra. “Jugar”.

“Jugar”, no sabes cuantas veces he recordado esa palabra tuya que sin embargo nunca me dijiste. Cuando pienso cómo puedes estar en el lugar no físico en el que sea que estés, siempre me viene esa palabra con tu propia voz. Lo que hago es jugar, disfrutar, divertirme. Y, tonta de mi, me consuela mogollón.

Diez años son muchos años, una vida entera. Yo pensaba que a estas alturas el famoso tiempo que lo cura todo ya habría hecho su trabajo, pero no, ¡es mentira! Entre mis planes estaba hacer un vídeo con las pocas imágenes tuyas que tengo, pero he sido incapaz. Todo llegará, lo haré seguro, pero no este año.

Me siento como si hace diez años hubiera tenido un accidente, y hubiera perdido una pierna. Al principio sangró y dolió. Me negué a vivir sin ella, ¡imposible! Con 29 años, cómo asumir algo así, mutilada para siempre. Pero un día tuve que ir dejando los calmantes, e intentar aprender a caminar de nuevo, cayéndome muchas veces y levantándome muy pocas. Me ayudaban a ponerme de pie, pero mi voluntad era quedarme tirada en el suelo. Tardé mucho en caminar, pero un día tuve que hacerlo, bien amarrada a los que tenía cerca. Claro, la herida ya no dolía tanto, sólo picaba, y poco a poco no me quedó otra que aprender a vestirme para disimular que faltaba esa pierna, e intentar caminar solita y tirar hacia delante. Así ha sido, caminando con bastón, reforzando la otra pierna, y para adelante. A estas alturas es como si tuviera una prótesis de esas que te permiten hasta correr, y hacer una vida muy normal. Pero cuando llega la noche, la prótesis hay que quitársela, y mi pierna sigue sin estar. Seguiré estando coja para siempre, aunque ahora haya aprendido a vivir sin ella. La gente que tengo cerca y sabe lo que me ocurrió, llega a olvidar que camino en falso. Y los que no lo saben, no notan nada raro en mi forma de caminar.

Mi vida está llena de gente preciosa, sobre todo mis peques y el resto de la familia, pero también buenos amigos, de los de antes y también otros que se han subido al barco ahora. También en estos años he vivido buenísimos y geniales momentos, y estoy segura de que aún me quedan muchos otros por disfrutar. Y he aprendido que echarte de menos es compatible con los momentos de felicidad. También he conocido a muchos otros mutilados emocionales que siguen sus vidas, más o menos erguidos pero siguen. Pero tú esto ya lo sabes, tú y yo sabemos que de vez en cuando te pongo al día de cómo me van las cosas, pero como te decía al empezar, tú no te asomas al mundo mortal ni por equivocación así que es una conversación-monólogo. Salvo una vez al año, esta, en que pongo los altavoces y comparto mis palabras para ti con el resto del mundo, con la esperanza de que otros que te conocieron te dediquen un pensamiento y un buen recuerdo.

Yo, ya lo sabes, te quiero hermano.

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Dos añitos

Hoy he recibido la notificación de consolidación de grado al cumplir los dos años como funcionaria de carrera. Al venir a escribir algo al blog, me he dado cuenta de que sigo teniendo una categoría llamada «Opos». Es increíble, pero qué lejos veo ya aquella aventura/suplicio de opositar. El esfuerzo, la incertidumbre (sin duda esos son los dos adjetivos que mejor definen esos meses inolvidables), las ilusiones puestas en un cambio de vida y el enorme miedo al fracaso.

Supongo, y no creo que me equivoque, que todos aquellos que hayan conseguido una plaza pública sin haber pasado antes por el trabajo en la empresa privada tienen una visión o perspectiva muy diferente de su vida laboral. Lamento decir que en ocasiones escucho de forma muy reiterada eso de «es mi derecho» en el trabajo, y también lamentablemente tengo que reconocer que hay algunos compañeros que desconocen totalmente el sentido de la palabra «obligación». Porque usarla la usan, sobre todo para decir «no es mi obligación» hacer tal o cual tarea. A veces pienso que esforzarse en el trabajo, intentar colaborar en equipo, ir más allá de la obligación que pone en el papel, son inercias que tenemos adquiridas los que hemos vivido «en la otra dimensión» (esa en la que te dan un puntapié a la mínima de cambio). Pero no es así, afortunadamente una mayoría de compañeros no son así. Me da una rabia tremenda que se nos mida a todos por el mismo rasero, porque hay muchos funcionarios que trabajan mucho, autodidactas que aprenden para no quedarse atrás, que intentan y consiguen atender al público con profesionalidad, que cumplen con sus compromisos y aportan valor en su entorno laboral.

Y es que una de las cosas más llamativas a las que he tenido (o estoy teniendo) que habituarme es a la mala fama, a las bromitas sobre nuestra legendaria vaguería, y a lo de que «yo te pago el sueldo».

Es cierto que el horario es fabuloso. También los días libres. Y la flexibilidad. Y la traquilidad de saber que no te van a despedir por cualquier motivo por peregrino que parezca.

Pero yo, a todo el que me sale con la gracieta, le recuerdo sonriendo que también tenemos un minúsculo sueldo y unos recursos materiales limitados y obsoletos, y que a cambio esta fauna despreciada es la que acude a una llamada de auxilio con las luces y la sirena, y la que enseña a sus hijos a leer, o la que le opera a vida o muerte. Más modestamente, otros nos dedicamos a facilitar un poco el trabajo a otros funcionarios en un mar de burocracia de la que también somos víctimas.

Yo, desde luego, trabajo. Sin la espada de Damocles amenazando mis movimientos en forma de despido improcedente (que he sufrido hasta en tres ocasiones), pero con las mismas ganas de hacer las cosas bien que en las grandes multinacionales por donde me dejaba ver antes. Disfruto de mis derechos, pero intento cumplir con todas mis obligaciones. Y todo esto, contentísima por poder seguir trabajando y atendiendo a mis cachorros, sin tener que renunciar a una de las dos cosas para poder hacer la otra. Ojalá en este mundo imperfecto todo el mundo pudiera decir lo mismo, pero yo me niego a sentirme culpable por poder hacerlo, ya que también tuve la valentía de apostar por un proyecto muy difícil, luchar por ello hasta conseguirlo, algo a lo que muchos de los que nos critican no estarían dispuestos.

 Así que ¡feliz cumple-funcionario!

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Un mes para el fin del mundo

El miércoles pasado me encontré con este cartel en una valla publicitaria de mi antiguo barrio, concretamente cerca de la estación de Renfe. Oye, tuve que hacer una foto porque me quedé a cuadros, ¿sería una broma? ¿alguna de estas raras estrategias de marketing que luego te intenta vender algo?. Pues no, es simplemente lo que parece. Alguien se ha gastado una pasta (estas cosas cuestan una barbaridad) en contratar un soporte enorme para avisarnos a todos de que el fin del mundo será el 21 de mayo, ¡la Biblia lo garantiza!

Al parecer se trata de un señor de 90 años llamado Harold Camping que se ha tirado la friolera de 70 años «estudiando» la Biblia, y calculando cuando sería el «día D».  Lo que pasa es que esta es su segunda apuesta, porque su primera predicción fue para 1994 pero tuvo el hombre un error de cálculo.

A pesar de todo, lo mínimo que puedo pensar es que quien lo ha puesto, es que se lo cree. Me encantaría saber qué están haciendo en estas últimas semanas de vida, cómo se plantean la cuenta atrás. ¿Estarán de retiro espiritual o de fiestuqui?

Eso sí, en caso de que ocurra al menos me ahorraré tener que ir a votar, que no me apetece nada.

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Día mundial del pensamiento scout

El día 22 de febrero está marcado en el calendario scout, ya que es la fecha de nacimiento de B.P. y, por esas cosas del destino, también de su esposa Olave (como vimos, impulsora del movimiento guía). Fueron precisamente las guías, en su cuarta Conferencia Internacional en 1926, las que establecieron esta fecha como «Día del pensamiento scout y guía».

El objetivo inicial era muy genérico y algo abstracto, ya que se trataba de que ese día las guías pensarían «las unas en las otras».

Se trataría de potenciar la empatía (ponerse en lugar del otro), la abnegación (pensar en los demás antes que en uno mismo) y la hermandad scout.

A lo largo de los años esta celebración se ha ido llenando de contenido y se aprovecha para organizar actividades de distinta índole, por ejemplo para conocer más sobre la vida de B.P. y leer sus textos, organizar recaudaciones de fondos para colaborar con otros hermanos scouts que lo necesiten, preparar actividades que promuevan el conocimiento de otras realidades dentro del movimiento scout, entablar contacto con scouts de otras regiones o países, etc.

Con vistas a nuestra reunión del día 19, os propongo que dediquéis unos minutos para elegir un pensamiento que tenga que ver con el escultismo, para después ponerlo en común.  Os pediría que eligierais una frase, un texto, una foto, lo que sea que os inspire, y que vengáis el sábado 19 con ello impreso o copiado a mano en un papel. No se trata de escoger nada rebuscado, solo algo que os inspire aunque sea sólo un poquito. Algún ejemplo: Citas de B.P. oración scout, imágenes, último mensaje de B.P, fotos de B.P. y, como no, Ley y Promesa.

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La buena acción diaria

“El Scout debe hacer su buena acción antes de cualquier otra cosa, aún con detrimento de sus gustos o de su comodidad. Cuando el Scout se encuentra en duda entre dos cosas que pueda hacer, se preguntará cuál de las dos es más útil al prójimo y, ésa es la que debe hacer.” (B.P.)

La idea de la buena acción diaria nos llega, como en muchas otras ocasiones, a través de la caricatura del cine o la tv (sobre todo norteamericana) en la que vemos a un scout agobiado porque se le acaba el día y aún no ha encontrado a una ancianita a la que ayudar a cruzar la calle.

¿Porqué comprometernos a realizar UNA buena acción cada día? Baden Powell pensaba que introduciendo en el día a día de un scout el propósito de la buena acción diaria se consigue que se vuelva un hábito y finalmente se logra que el scout esté siempre predispuesto a ayudar a los demás sin esperar recompensa. Así que, como siempre, estamos hablando de educación.

Os dejo aquí el vídeo que en tan rudimentarias condiciones vimos el sábado pasado (es un cortometraje realizado dentro del marco del «Responsibility Proyect» de la empresa Liberty Mutual).

Aquí os dejo unas citas de B.P. (todas de Escultismo para muchachos), podréis comprobar cómo entre todos llegamos a las mismas conclusiones a las que llegó él.

«Una buena acción debe realizarse todos los días y sólo vale cuando no se acepta por ella retribución alguna»

«No pienses que los Scouts deben hacer solamente una buena acción diaria. Su obligación es hacer una, pero si pueden hacer cincuenta, tanto mejor»

«Haz tu buena acción no sólo con los amigos, sino también con los desconocidos«

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La Promesa

«Cumplamos siempre nuestra Promesa Scout, aunque hayamos dejado de ser muchachos» (B.P. Escultismo para muchachos)

En la sociedad del siglo XXI palabras como “Ley” y “Promesa” están, como poco, algo pasadas de moda y poco valoradas, debido a que se interpretan en clave de “obligación”. Ya vimos al conocer la Ley Scout que esta es un código positivo, que no prohíbe, y de la que emana el código de valores del escultismo.

La Promesa Scout es un compromiso personal y voluntario que cada persona realiza de forma pública frente a sus compañeros de grupo y sus familiares, en la que anuncia que conoce la Ley Scout y se compromete a tratar de vivir asumiendo la escala de valores que propone esta Ley. “¡Atención todos! He descubierto los valores del escultismo, y quiero tratar de vivir de acuerdo a ellos yo también”.

Esto significa que la persona que realiza su promesa no debe haber demostrado ya que es un scout “perfecto”, sino que conoce cual es el camino para llegar a serlo y se compromete a conseguirlo. Es el punto de partida del camino, no la línea de meta.

“Por mi honor y con la ayuda/gracia de Dios, prometo hacer cuando de mi dependa para cumplir mis deberes para con Dios y mi patria, ayudar al prójimo en toda circunstancia y cumplir fielmente la Ley Scout”

El texto de la Promesa concentra (en una redacción propia de una ceremonia) los tres principios del escultismo, que como recordareis son:

  • El compromiso personal (“por mi honor”, “hacer cuanto de mi dependa”. Se asume el esfuerzo personal que podrá suponer cumplir esta promesa)
  • El compromiso espiritual (“con la gracia/ayuda de Dios”, “cumplir mis deberes para con Dios”, vivir de acuerdo a nuestras creencias religiosas)
  • El compromiso social (“ayudar al prójimo en toda circunstancia”, “cumplir mis deberes para con mi patria”. Patria entendida no sólo como “país” –que también- sino como parte de un proyecto social común dentro de la familia, la vecindad, el país, y también de forma global, siendo ciudadanos responsables)

En el marco del método educativo que ya sabemos que es el método scout, la Promesa es la formulación del compromiso que cada joven (¡o adulto!) realiza convirtiendose en protagonista y responsable de su propio desarrollo, en todas sus vertientes.

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Tema de ascensor

¿Qué es lo primero de lo que se habla cuando uno se ve en el reducido espacio del ascensor con un vecino o un desconocido? La gran mayoría de las veces, del tiempo. «Pues qué calor hace hoy ¿eh?«. «Madre mía como llueve«. «Hace un frío como para salir a la calle«. «Menuda niebla que había esta mañana«. Hombre, para eso, para romper el hielo en un pequeño espacio, pues está bien.

Pero lo que no entiendo es porqué, de un tiempo a esta parte, las condiciones atmosféricas se convierten en noticia de portada en todos los telediarios. Sobre todo teniendo en cuenta que la información meteorológica es ya un espacio independiente en sí mismo que, en algunas cadenas más que en otras, es bastante largo. Hace apenas unos días, en titulares teníamos el tiempo inusualmente privameral en pleno enero. Después, se hacía el tour correspondiente por la completa geografía española enseñandonos como la gente se bañaba en Alicante y cómo estaba el Retiro de gente paseando al sol. Ayer aviso de alerta naranja por frío en casi toda España. Hoy ni un sólo noticiario ha evitado enviar a cuatro o cinco reporteros a enseñarnos fuentes heladas, nieve, y gente abrigada paseando por las ciudades, desde Mallorca a León, pasando por Madrid o por Gijón.

Y digo yo, ¿esto es noticia? ¿tanto como para ocupar tantos minutos de telediario? ¿de veras es noticia que en invierno haga frío? Lo único reseñable de todo lo que he visto ha sido a una periodista con un gorro diciendo que en sierra de Madrid se ha llegado a los «menos diez grados bajo cero«, que me ha dejado reflexionando sobre las redundancias del lenguaje y sobre lo frustrante que debe ser hacerse periodista para acabar con una bufanda diciendo que hace frío en Navacerrada.

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Nostalgia de ti

No deja de resultar curioso.

Es normal, y comprensible, sentir nostalgia por las cosas vividas y que forman parte ya del pasado. Rememorar con dulzura y un toque de angustia centenares de momentos de la infancia, como cuando te medias a mi lado para ver cómo habías crecido y lo que te quedaba para ser tan grande como yo. O cuando me pedías que te leyera un cuento siendo niños, y que te hiciera los resumenes de literatura  años después. O la emoción compartida de las mañanas del día de Reyes. O cuando me comiste el tarro para «bajar» a los scouts para un «apaño temporal» que acabaría siendo de muchos años; cuando te vi hacer tu promesa, cuando me sacaste de la nieve haciendo el camino de Santiago, cuando lloré de risa viendote bailar el Lago de los Cisnes en un festival, cuando cantabamos «Caperucito». También es agridulce recordarte valiente, intentando sin éxito salvar la vida de un pequeño en Gredos, o derrotado cuando te dejó esa bruja rubia.

Lo que no es tan comprensible, ni fácil de explicar, es cómo puede ser posible tener nostalgia de otro centenar de momentos no vividos. Momentos de tío con sus sobrinos. Momentos de verte casado o arrejuntado, y el momento de tener cuñada y sobrinos. Decenas de celebraciones familiares, en las que estás pero no estás. Agregarte al facebook y a twitter. Intercambiar música. Comprarte regalos de Reyes y llamarte en tu cumpleaños. Velas no sopladas, que ocupan el mismo hueco que las 27 que te vi soplar sobre tartas de «Gómez».

Nostalgia de huecos vacíos, de momentos imaginados nunca ocurridos. Nueve años dan para muchos de esos.

«No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió» (Joaquín Sabina)

Que te quiero, hermanito, ya lo sabes.

Tears in Heaven, Lágrimas en el cielo (Eric Clapton)

¿Sabrias mi nombre si te viera en el cielo? ¿Sería lo mismo si te viera en el cielo? Debo ser fuerte y continuar, porque sé que no puedo estar aquí en el cielo.

¿Sostendrías mi mano si te viera en el cielo? ¿Me ayudarias a recuperarme si te viera en el cielo? Buscaré mi camino, de noche y día, porque sé que no puedo quedarme aquí en el cielo.

El tiempo puede abatirte, puede doblar tus rodillas, puede romperte el corazon, hacerte suplicar por favor.

Detras de la puerta hay paz, estoy seguro, y sé que no habrá más lágrimas en el cielo.

¿Sabrias mi nombre si te viera en el cielo? ¿Sería lo mismo si te viera en el cielo? Debo ser fuerte y continuar, porque sé que no puedo estar aquí en el cielo, porque sé que no habrá más lágrimas en el cielo.

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Feliz Navidad

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